«De sus caminos será hastiado el necio de corazón» (Proverbios 14:14) Si hay alguna consideración que infunda más humildad que ninguna otra a un creyente de mentalidad espiritual es que, después de todo lo que Dios ha hecho por él; después de todas las abundantes demostraciones de su gracia, la paciencia y la ternura de su instrucción, la repetida disciplina de su pacto, y las lecciones impartidas por la experiencia, aún exista en el corazón un principio cuya
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